Llegamos a la primera compuerta al darnos cuenta de una sensación muy particular que se nos viene encima antes de quedarnos profundamente dormidos. Una placentera oscuridad y pesadez que nos mantiene suspendidos y no nos permite abrir los ojos. (ADE)
No hay pasos que seguir. Uno solamente intenta estar consciente del acto de quedarse dormido. (ADE)
En el caso de la primera compuerta, la meta es intentar que tu cuerpo energético se dé cuenta de que te estás quedando dormido. No trates de forzarte. Deja que tu cuerpo energético lo haga. Intentar es desear sin desear, hacer sin hacer. (ADE)
Acepta el reto de intentar. Pon una determinación que no admita palabras o aun pensamientos para convencerte a tí mismo de que has llegado a tu cuerpo energético y que eres un ensoñador. Hacer esto te pondrá automáticamente en la posición de darte cuenta de que te estás durmiendo. (ADE)
Intenta abarcar las dos cosas: el acto de convencerte a ti mismo de que verdaderamente eres un ensoñador, aunque nunca hayas ensoñado, y el acto de estar convencido. (ADE)
Intentar es mucho más simple, y al mismo tiempo, infinitamente más complejo. Requiere imaginación, disciplina y propósito. En tu caso, intentar significa que adquieres la indiscutible certeza corporal de que eres un ensoñador. Sientes con todas las células de tu cuerpo que eres un ensoñador. (ADE)
Decirle a un ensoñador que encuentre en sus sueños un objeto determinado es un subterfugio. El asunto es darse cuenta de que uno se está quedando dormido. Y hacer esto no es posible simplemente ordenándose a uno mismo hacerlo, sino sosteniendo la vista de cualquier cosa que uno esté mirando en su sueño. (ADE)
Cuando fuimos a parar a esa misteriosa ciudad, tú no estabas dormido. Estabas ensoñando, pero no dormido. (ADE)
La segunda atención es como un océano, y la atención de ensueño es como un río que desemboca en él. La segunda atención nos permite estar conscientes de mundos completos, mientras que la atención de ensueño es el estado de estar consciente de los objetos de nuestros sueños. (ADE)
Para cruzar la primera compuerta del ensueño debes enfocar primero tu atención de ensueño en cualquier cosa, como punto de partida. Luego, pon tu atención en cuantos objetos puedas. Recuerda que si solo echas vistazos breves, las imágenes no cambian. Después de ver cada objeto, regresa al primero que viste. (ADE)
"Llegamos" a la primera compuerta al darnos cuenta de que nos estamos quedando dormidos, o al tener un sueño inmensamente real. La "cruzamos" al ser capaces de sostener la vista en cualquier objeto de nuestros sueños. (ADE)
Se llega a la segunda compuerta del ensueño cuando uno se despierta de un sueño en otro sueño. (ADE)
En la segunda compuerta, hay que cambiar de sueños de manera ordenada y precisa. Hay dos maneras de cruzar la segunda compuerta: Una es despertarse en otro sueño; es decir, soñar que uno está soñando, y luego soñar que uno se despierta de ese sueño. La otra alternativa es usar los objetos de un sueño para provocar otro sueño, como yo lo hice. (ADE)
Al cruzar la primera o la segunda compuerta, los ensoñadores llegan a una fuente universal de energía, y empiezan a ver cosas o a escuchar voces. Realmente no son voces, es una sola voz. Los brujos la llaman la voz del emisario de ensueño. Se trata de una energía forastera que pretende ayudar a los ensoñadores diciéndoles cosas.(ADE)
El problema con el emisario es que únicamente puede decirle a los brujos lo que ellos ya saben o deberían de saber, si realmente fueran brujos que valen la pena. (ADE)
El emisario es una fuerza impersonal, que nosotros convertimos en algo muy personal, por el hecho de que tiene voz. Algunos brujos juran que les aconseja. Hasta la ven. O simplemente la oyen como una voz de hombre o de mujer, describiéndoles situaciones del momento. La mayoría de las veces los brujos toman estas descripciones erróneamente como consejos sagrados. (ADE)
Los ensoñadores oyen o ven al emisario cuando tienen suficiente energía para mantener sus puntos de encaje fijos en una nueva posición específica; mientras más intensa es esa fijación, más intensa es la experiencia del emisario. (ADE)
El emisario de ensueños es una fuerza que viene del reino de los seres inorgánicos. Ésta es la razón por la cual los ensoñadores siempre la encuentran. (ADE)
Con el acto de ensoñar, los brujos obligan a los seres inorgánicos a interactuar con ellos. Toparse con ellos es algo inevitable. (ADE)
Descubrí que la voz del emisario no era solamente la voz de un maestro, sino la voz del más sutil de los vendedores. Repetía una y otra vez, en el momento preciso, las ventajas que su mundo ofrecía. Sin embargo, también me enseñó cosas de incalculable valor sobre diferentes aspectos del ensueño. (ADE)
Para que el ensueño sea perfecto lo primero es parar el diálogo interno, me dijo el emisario en una ocasión. A fin de pararlo, pon entre tus dedos dos cristales de cuarzo que midan entre seis y nueve centímetros de largo, o un par de piedras de río pulidas, del largo y del ancho de tus dedos. Dobla un poco tus dedos, y presiona los cristales o piedras con ellos. Quedarse dormido en un momento de silencio total garantiza una perfecta entrada al ensueño. (ADE)
Los ensoñadores deberían de usar un anillo de oro, y es preferible que les quede un poco apretado. El anillo atrae la energía del mundo del ensueño, y la guarda; y cuando es necesario, el anillo libera esa energía en los dedos del ensoñador, y eso le transporta de regreso al ensueño. La presión del anillo sirve igualmente para asegurar que el ensoñador regrese a su mundo, al crear en su dedo una sensación familiar y constante. (ADE)
Durante otra sesión, el emisario dijo que la piel es el órgano perfecto para transformar ondas energéticas de la forma del mundo cotidiano a la forma del mundo de los seres inorgánicos, y viceversa. Recomendó mantener la piel fresca y libre de aceites o pigmentos. Recomendó también que los ensoñadores usaran un cinturón apretado, o una cinta en la frente, o un collar, para así crear un punto de presión que sirva como un centro de intercambio energético en la piel. Explicó que la piel filtra energía, y la intercambia de una forma a otra, expresando nuestro intento en voz alta durante el ensueño. (ADE)
También dijo el emisario que para agudizar nuestra atención de ensueño debemos substraerla de atrás de nuestro paladar, donde se localiza un enorme depósito de atención en todos los seres humanos. Hay que presionar, mientras se ensueña, y con gran disciplina y control, la punta de la lengua contra el paladar. Una tarea muy difícil, pero de asombrosos resultados. (ADE)
En realidad, la segunda compuerta del ensueño no se alcanza ni se cruza hasta que el ensoñador aprende a aislar y a seguir a los "exploradores" (ver capítulo de "Los seres inorgánicos" AQUÍ). Despertarse en otro sueño, o cambiar de sueños, es el procedimiento que los brujos antiguos idearon para ejercitar la capacidad del ensoñador de aislar y seguir a un "explorador". La segunda compuerta del ensueño es la entrada al mundo de los seres inorgánicos.(ADE)
La regla de la segunda compuerta tiene tres eslabones: uno, por medio de la práctica de cambiar sueños, los ensoñadores descubren a los exploradores; dos, al seguir a los exploradores entran en otro mundo real; y tres, a través de sus acciones en ese universo, los ensoñadores descubren por sí mismos las leyes y regulaciones naturales que rigen y afectan a ese mundo. (ADE)
Tienes que continuar ensoñando hasta que hayas atravesado el universo que está detrás de la segunda compuerta. Quiero decir que tienes que aceptar o rechazar la atracción de los seres inorgánicos por tu cuenta, sin ayuda de nadie. (ADE)
Si caes en la trampa de los seres inorgánicos, pagas un precio que depende de las circunstancias y la profundidad de la caída. Pero no se trata de problema de castigo. Lo que está en juego aquí son corrientes energéticas que crean circunstancias más terribles que la muerte. En el camino de los brujos todo es cuestión de vida o muerte, pero en el camino del ensueño esto se incremente cien veces. (ADE)
El mundo detrás de la segunda compuerta, el de los seres inorgánicos, es tan poderoso y agresivo que sirve como una barrera natural, o un campo de prueba, donde se vuelven obvias las debilidades de los ensoñadores. Si las vencen, pueden proseguir a la siguiente compuerta; si no, se quedan prisioneros para siempre en ese universo. (ADE)
"El ensueño es el vehículo que trae a los ensoñadores a este mundo -dijo el emisario- y todo lo que los brujos saben acerca del ensueño se lo enseñamos nosotros”. (ADE)
Si el ensueño se acentúa demasiado, se convierte en lo que era para los brujos antiguos: una fuente inagotable de vicios y caprichos. (ADE)
Me dí cuenta de que todos mis diálogos con el emisario se habían llevado a cabo con su propia energía. (ADE)
Se alcanza la tercera compuerta del ensueño cuando uno se encuentra en un ensueño mirando a alguien que está durmiendo, y ese alguien resulta ser uno mismo. (ADE)
Llegas a la tercera compuerta cuando te ves a ti mismo dormido. La cruzas cuando aprendes a moverte después de que te has visto dormido. (ADE)
En la tercera compuerta del ensueño uno empieza a fusionar la realidad del ensueño con la realidad del mundo cotidiano. Los brujos llaman a este procedimiento completar el cuerpo energético. (ADE)
En la tercera compuerta, nuestra tendencia es perdernos en detalles. Hemos de ver las cosas con gran cuidado y curiosidad, pero sin caer en la casi irresistible tentación de sumergirnos en los detalles. (ADE)
En ensueños posteriores corroboré totalmente que la única manera en que el cuerpo energético se puede mover es deslizándose o volando. (ADE)
El cuerpo energético se abstrae en detalles hasta que está completo y maduro. Y no hay modo de liberarlo de la compulsión de quedar absorto en todo. Pero si uno toma esto en consideración, en lugar de entrar en batalla con él, uno le puede ayudar dirigiendo su comportamiento, o sea, acechándolo. (ADE)
Los ensoñadores tienen una regla empírica. Si sus cuerpos energéticos están completos, "ven" energía cada vez que miran fijamente algún objeto del mundo cotidiano. En sus ensueños, si "ven" energía en un objeto, están tratando con un mundo real, sin importar qué tan extraño o indefinido sea. Si no pueden "ver" energía en los objetos de su ensueño, se encuentran en un sueño común y corriente y no en un mundo real. (ADE)
Un mundo real es un mundo que genera energía; lo opuesto a un mundo fantasma de proyecciones donde nada genera energía, como ocurre en la mayoría de nuestros sueños comunes. (ADE)
El ensueño es un proceso por medio del cual los ensoñadores aíslan condiciones en las que pueden encontrar elementos que generan energía. (ADE)
Don Juan dijo que para poder "ver" en ensueños, no solo tenía yo que intentar "ver", sino también expresar mi intento en voz alta. Insistió en lo de la voz alta por razones que se rehusó a explicar. (ADE)
Por alguna razón, pertinente a la mente, "ver" energía en ensueños es de lo más agobiante que uno puede imaginar. (ADE)
En mis prácticas de ensueño descubrí que la energía de nuestro mundo oscila, centellea. No solamente los seres vivientes, sino todo en nuestro mundo centellea con una luz interior propia. Don Juan me explicó que la energía de nuestro mundo consiste en diferentes capas brillantes. La capa superior es blancuzca; la siguiente, más profunda e inmediatamente adyacente, es de color verde pálido; y la otra, aún más honda, es ámbar. (ADE)
Es cierto que para empezar a ensoñar los brujos necesitan redefinir sus premisas y ahorrar energía; pero esto sirve solo para preparar el ensueño. La energía para volar a otros reinos, para "ver" energía, para forjar el cuerpo energético, es otro asunto. Para esas maniobras los brujos necesitan energía oscura; cantidades de energía forastera. (ADE)
La última tarea de la tercera compuerta del ensueño consiste en "acechar a los acechadores", una maniobra sumamente misteriosa para extraer deliberadamente energía del reino de los seres inorgánicos. (ADE)
Transferir la conciencia es puramente una cuestión de expresar en voz alta nuestro intento, y de tener la cantidad suficiente de energía. (ADE)
En la cuarta compuerta del ensueño, el cuerpo energético viaja a lugares concretos y específicos, que pueden ser de tres clases: una, lugares concretos en este mundo; otra, lugares concretos fuera de este mundo; y otra, lugares que solo existen en el intento de otros. Esta última es la más difícil y peligrosa y, también, la predilección de los brujos antiguos. (ADE)
La posición inicial en la que el ensoñador mantiene su cuerpo para empezar a ensoñar es imitada en la posición que mantiene su cuerpo energético durante los ensueños, a fin de fijar el punto de encaje en cualquier sitio que escoja. Las dos posiciones forman una unidad, y a los brujos antiguos les llevó miles de años descubrir la relación perfecta entre las posiciones gemelas, como así las llamaban. (ADE)
Empieza tu ensueño acostándote en tu lado derecho, con las rodillas ligeramente dobladas. La disciplina es mantener esa posición y quedarse dormido en ella. Luego, en el ensueño, el ejercicio es ensoñar que te acuestas exactamente en la misma posición y te quedas dormido otra vez. Esto hace que el punto de encaje se fije, y quiero decir que realmente se fije, en cualquier posición en la que se encuentre en el instante en que uno se queda dormido por segunda vez. Las cuatro variantes del ejercicio son: acostarse del lado derecho, del izquierdo, boca arriba, y boca abajo. (ADE)
El inquilino aseguró que el único modo de tener absoluto control de los ensueños es usando la técnica de las posiciones gemelas. (ADE)
Los brujos (de la línea del inquilino) empezaban por mirar fijamente un simple objeto, memorizando cada uno de sus detalles. Luego cerraban los ojos y visualizaban el objeto, y después corregían su visualización con el objeto real hasta que pudieran verlo en su totalidad con los ojos cerrados. Entonces ensoñaban con el objeto, creando en el ensueño una completa materialización del objeto. De ahí pasaban a visualizar más y más complejos artículos, hasta formar un mundo totalmente real donde pudieran existir. Así podían jalar fácilmente a cualquiera adentro de su intento, adentro de su ensueño. (ADE)
A Juan Matus no le caen bien los brujos antiguos en general, y yo en particular, dijo el inquilino. Todo lo que tenemos que hacer para "ver" en nuestros ensueños, es señalar el objeto que queremos "ver" con nuestro dedo meñique. Hacerte que grites en mi ensueño es su manera de mandarme su mensaje. Tienes que admitir que es verdaderamente ingenioso. Claro está que gritar como un idiota también funciona. (ADE)
Si la “atención de ensueño” no emerge, cosa que depende de la ejecución de los pases mágicos, en el mejor de los casos los practicantes pueden aspirar a tener sueños lúcidos sobre mundos fantasmagóricos. (PM)
Los ensueños son verdaderos estados de “conciencia acrecentada” en los cuales los elementos oníricos no son imágenes sino hechos generadores de energía. Para los chamanes los sueños con elementos generadores de energía son aquellos en los que pueden “ver” la energía como fluye por el universo. (PM)
Don Juan me contó que algunos brujos no regresaron de sus viajes. Dicho de otra manera, prefirieron quedarse allí, dondequiera que se encuentre ese “allí”. (PM)
Un elemento del ensueño que despertó vivamente mi interés y que me desconcertó mucho fue la afirmación de Don Juan según la cual no hay manera de enseñar a alguien a ensoñar. Decía que, más que cualquier cosa, el ensueño es un gran esfuerzo de los practicantes por entrar en contacto con la fuerza penetrante e indescriptible que los chamanes del antiguo México llaman “intento”. Una vez creado el vínculo, misteriosamente también se crea el ensueño. Don Juan sostenía que el vínculo se consigue dejándose guiar por cualquier patrón disciplinado. (PM)
Cuando ensueñas que estás en un mundo nuevo, en realidad lo que has hecho es mover tu punto de encaje en la posición de tu huevo luminoso que te permite hacer ese viaje. El espíritu, el oscuro mar de la conciencia, es el que se encarga de prapararte con todo lo necesario para hacer ese viaje. Pues no hay manera de elegir ese lugar por voluntad propia. Las elecciones de un guerrero no son en realidad un acto de elección, sino el acto de asentir elegantemente a las solicitudes del espíritu. (LAI)
Tienes que viajar deliberadamente por el "oscuro mar de la conciencia", pero en realidad nunca sabrás cómo se hace. Vamos a decir que lo hace el "silencio interno", siguiendo caminos inexplicables, caminos que no pueden ser comprendidos, sino solo practicados. (LAI)
Las posibilidades de la vida onírica y de los sueños son sin duda el campo más espectacular y gratificante de las revelaciones de los videntes toltecas. Cuando Castaneda empezó a publicar estas experiencias los lectores quedaron fascinados, no solo por la amplitud y la coherencia interna de estas posibilidades, sino por el hecho, inexplicablemente sepultado bajo nuestro colosal olvido occidental, de que no hay camino más natural para el desarrollo iniciático. “Ensoñar es la única forma de concentrar la segunda atención sin dañarla, y sin que resulte amenazadora u horrenda.”
No se trata, pues, de contenidos simbólicos, ni de presagios, ni de productos de la mente. Por favor; eliminemos de una vez de las librerías esotéricas esos manuales de interpretación. Los sueños son experiencias reales en el mundo astral y, a partir del momento en que aprendemos a ensoñar, quizás más reales que nuestras más continuas certezas de la vida de vigilia.
La espiritualidad tendrá siempre una deuda con Castaneda por haber confirmado este ancestral arcano. Todas las cosas caen ahora en su sitio: ese tercio de la vida que pasamos durmiendo es nuestra más soberana vía a la oportunidad de la iluminación, y lo patético del caso es que solo necesitamos sobriedad para reparar en ello. En realidad, cualquier vidente que tiene una "visión" está en ese momento "técnicamente" dormido.
La complicada profusión al fin y al cabo novelada de datos y experiencias propia de la obra de Castaneda ha confundido y desanimado a muchos lectores de practicar sus técnicas; pero no debería ser éste el caso del ensueño, de cuya autenticidad no se debería dudar, precisamente porque no es Castaneda el único autor que lo enseña. Stephen LaBerge, y sus cursos de “sueños lúcidos” en la Universidad de Stanford constituyen una versión práctica quizás mucho más efectiva y menos exigente. No son patrimonio de ninguna cultura. Recuperemos una intensidad y un gozo que antaño formaba parte de la más elemental educación. Insistimos:
lo verdaderamente misterioso es que lo hayamos olvidado.
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