viernes, 4 de enero de 2013

NAGUALISMO: EL VIDENTE

El vidente està a un paso de ser Nagual. La lìnea limítrofe se difumina entre ambos porque al ver, el Vidente domina el Intento. Y esto lo logra pues interactúa libremente con el Águila, el gran tirano del Universo o "Supremo Monarca" como la llamó Don Juan Matus.
El Vidente ya no teme al mal -sabe que es una mera elucubración dualista de la mente tonálica- y sabe también que en el Universo sólo existe la energía. Puede verla tal cual es; por eso accede al Poder sin restricciones. Si teme algo es a perder su conexión con el Infinito, por eso está al pendiente de limpiar su vínculo con el Espíritu.
El Vidente ha detenido el Mundo. Su percepción ordinaria ahora es extraordinaria y ésta se sustenta en el dominio de su Silencio Interior.
Como los Arhat en el budismo, el Vidente sólo puede ayudarse a sí mismo. Tiene gran conocimiento y sabiduría pero le es imposible ayudar a otros, puesto que prestar ayuda significa realizar un acto arbitrario y egoísta. 
En el buen término, no compadece a nadie, no tiene piedad de nadie pues ambos sentimientos tonálicos significan desear que los demás sean iguales a él. 
Mientras recorre la Vía, el Sendero, el Camino, es consciente de que la tristeza y la alegría universales percibidas no son un asunto personal, sino un influjo del lado des-energetizado u oscuro del universo; al igual que el lado energetizado o luminoso. Ambos son olas de energía que llegan de aquella inmensidad y que le golpean cuando está más receptivo.
El Vidente sabe que no hay lugar dónde esconderse ni de nada ni de nadie, por lo que mientras espera la Libertad -su estado final- observa la magnificencia de la naturaleza, el gran espectáculo del mundo. Al hacerlo, saborea la alegría de un estado de ánimo que refleja su perfección suprema e impecable.

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