miércoles, 2 de enero de 2013

NAGUALISMO 03

Del Nagual Yáok...

Los títulos que utilizamos son aproximadamente cien textos-fuente que tratan el tema del nagualismo o “hechicerías”, como decían los cronistas. Son difíciles de leer, porque sus autores estaban llenos de prejuicios religiosos y su intención no era describir, sino combatir. Además, el nagualismo se transmitió siempre en un lenguaje doble, llamado en nawatl Nawalittoa y en maya, Zuyua Than, “lenguaje de misterios”.

“En los nombres del lenguaje secreto siguen la metáfora del color o (alguna) otra cosa. Estos nombres llaman Nahualtocaitl, que suena en castellano (como) ‘nombre arrebozado’ o ‘nombre que usan los hechiceros’.” (Alarcón, Tratado de las Idolatrías)

Por lo tanto, al leer estos textos de una forma directa, lo más probable es que encontremos absurdos. El mejor modo de penetrarlos es a través de la lengua, que, siendo polisintética, incorpora un montón de sentidos en una misma palabra o frase. Estos sentidos forman diversos metalenguajes, y hay que tener rigor metodológico para seguirlos, porque de otro modo te pierdes en especulaciones.

El secreto se justifica en las persecuciones del nagualismo que hicieron los estados postclásicos (desde Tula Xicocotitla, Hidalgo, hasta los mexicas). En tiempos anteriores (cuando el auge de Teotihuacan), había más libertad de expresión, pero desafortunadamente no quedan códices de esa época.

 Por otro lado, el nawatl es una lengua reciente (aun está viva). Significa “armonioso”. No confundas este nombre con Nawalli, “sabio”, porque aunque proceden de la misma raíz, son diferentes. No todos los que hablaban nawatl eran naguales, ni todos los naguales hablaban nawatl.

Toltekayotl o Toltequidad fue el resultado cultural de todas las naciones de Mesoamérica (antes llamada Anawak). No pertenece exclusivamente a los nawaparlantes; algunos de los principales aportes toltecas los hicieron los mayas y zapotecas. La definición indígena del término Toltekayotl aparece en el Diccionario del Padre Molina (recogido a viva voz durante la invasión), y dice: “Arte para vivir”.

El primer pueblo “tolteca” en sentido cultural fue el olmeca, cuyo período de las grandes cabezas comenzó hacia el 2000-2500 antes de Cristo. Los olmecas definieron principios esenciales, como la escritura, el calendario, la filosofía del Tonal y el Nagual, los conceptos de Ometeotl y Ketsalkoatl, las posturas hieráticas de meditación, etc. Entraron en la decadencia en el Siglo X a.C. y ya no existían como civilización para la época en que nació Platón.

Teotihuacan, “donde nos divinizamos”, es el nombre que dieron los mexicas a una ciudad que ellos encontraron en ruinas. A partir del desciframiento de la escritura maya (los mayas eran políticamente dependientes de Teotihuacan) se ha podido saber que su nombre real era Tula. Este deriva de Tol, “marchar en común”, y fue el nombre que se dieron los pueblos emigrantes que salieron de la Meseta Central Tibetana para poblar el mundo, hace unos 20 mil años. En la actualidad hay Tulas desde Grecia hasta los Andes, siendo la principal una ciudad que pertenece a Rusia.

La Tula del Estado de Hidalgo se llama Xicocotitla, “lugar de las avispas”, por causa del monte que hay en sus cercanías. Incorporó el título de Tula debido a que en su momento fue una capital (también lo tuvieron otras ciudades como Texcoco o Tenochtitlan). Fue allí donde nació el último mensajero de Ketsalkoatl hace 1065 años (2012) A él se atribuye la reestructuración de la Toltequidad, y en consecuencia, de su lado esotérico, el Nawallotl.

El análisis etimológico que hizo el amigo Yeitekpatl fue muy abreviado, tendrías que ver sus precedentes para ubicarlo. Él no insinúa que el término Nagual sea universal, sino que sus raíces aparecen en toda la Tierra, lo cual es un hecho reconocido por la lingüística.

Ese término ya era aplicado a los chamanes con un sentido semejante al que le dan los indígenas de México, desde mucho antes de que los mongoloides se trasladaran a Mesoamérica. Por lo tanto, el nagualismo no se puede restringir a un foco cultural, fue una creación colectiva que maduró durante milenios. En México adquirió características únicas, pero este es un fenómeno secundario.

Los grupos lingüísticos que te mencioné incluyen a una buena parte de la humanidad, no a toda. Por ejemplo, los grupos oceánicos, africano, na-dene, esquimal, sínico, semita, camita, etc., no pertenecen a las lenguas indo-europeas ni a las indo-americanas. El parentesco entre los bloques de Asia y América es en segundo o tercer grado, pero aun así, superior al que existe, por ejemplo, entre el latín y el hebreo.

Respecto al tiempo, habría que entrar en explicaciones detalladas sobre los ciclos lingüísticos, y este no es el espacio. Para tu tranquilidad, te diré que los stocks esotéricos, debido a su resistencia al cambio, son mucho más inertes que el resto de los vocabularios de una lengua, de modo que duran muchísimo más. Por ejemplo, una lengua cambia el 30 por ciento de sus raíces en un milenio (promedio), pero sólo el 5 por ciento de sus términos teológicos, como demuestra el hecho de que tú sigas empleando los nombres Cristo, Biblia, Jahvé, Eucaristía, Satán, etc.

Eso significa que no debe asombrarte que conceptos medulares de las culturas chamánicas, como Nagual, Tonal, e incluso Chamán, continúen enunciándose con los mismos sonidos después de milenios de uso.

En efecto, las “universalidades” suelen emplearse como paños para encubrir la incapacidad para definir elementos, pero el análisis estrecho de la cultura es peor aún, porque genera antagonismos artificiales. Es prudente mantener un equilibrio, corroborando siempre las interpretaciones. Ya es bastante complicado que, en la mayoría de los casos, nuestras fuentes de estudio sean fragmentarias y de segunda mano.

Carlos (Castaneda) afirmó que lo suyo era la herencia tolteca. Para saber si mintió o no, no queda otro remedio que estudiarlo a partir de las fuentes (algo a lo que más tarde o más temprano van a tener que enfrentarse sus seguidores). Cuando yo comencé a hacer esto, partí del prejuicio de que él se había inventado o copiado de otras culturas sus afirmaciones principales. Después fui modificando mi punto de vista. Hoy considero que no hay nada en su filosofía que él no haya extraído (con modificaciones inspiradas en el espíritu de nuestra época) de las fuentes que indudablemente conocía. Si su informante fue Don Juan o sus estudios antropológicos, no sé...

Como menciona Yeitekpatl, el concepto medular del castanedismo es la doctrina del Punto de Encaje. Para llegar ahí no hay que leer nada, sólo comer mucho peyote, el punto se mueve por sí solo y lo ves. Era inevitable que los peyoteros del México antiguo llegaran a una doctrina semejante, la cual quedó plasmada en códices, estelas y pinturas murales, con una profusión que abruma, siempre que se le sepa interpretar.

Otras ideas, como el huevo luminoso y los ocho o nueve centros que hay en nuestra anatomía energética, además de ser universales y no propiamente hindúes, recibieron en Mesoamérica una atención particular.

El camino del guerrero, con sus principios de desapego, austeridad, etc., no hay que buscarlo mucho. Creo que la única cultura terrestre que tiene un nombre específico para designarlo es la Mesoamericana: Shochiyaoyotl, "guerra florida".

La recapitulación (Tlalnamikti) es una asignatura obligatoria en las comunidades indígenas actuales (las cuales, te aseguro, no han leído a Castaneda), como tuve el gusto de comprobar por mí mismo.

Y la joya de la Toltequidad: Temishoch, “ensueño”. En este sentido la documentación es abundante, no hay que leerse a Carlos para llegar a los conceptos semejantes a los que él enunció en el Arte de Ensoñar.

Comprendo que es difícil atribuir a los indoamericanos una serie de ideas que tradicionalmente consideramos como “propiedad” de los euroasiáticos. Eso me recuerda la controversia que se formó cuando llegaron a Europa los primeros manuscritos hindúes, casi todos los sabios se apresuraron a decir que la historia y enseñanzas de Krishna eran plagios de los evangelios.

Yo creo que el emplazamiento de las iglesias hispánicas en México fue una muestra silenciosa de respeto a las costumbres indígenas y de deferencia hacia los lugares señalados por la tradición (además de aprovechamiento de energías ajenas). Esa elección no sólo incluyó el lugar, sino también la dirección, los ajustes astronómicos y sutilezas teológicas que son difíciles de percibir a primera vista. De todos modos, tanto las iglesias como las pirámides representan el culto externo, nada muy importante.

El fenómeno de suplantación de conceptos que está teniendo lugar entre los grupos indígenas es lamentable e inevitable. En el caso de las masas, esta suplantación está limitada a la ideología cristiana, la cual es relativamente fácil de detectar. Pero los chamanes comienzan a trasminarse con información procedente de grupos esotéricos occidentales u orientales (como rosacruces y yogas).

Afortunadamente, los métodos antropológicos nos permiten detectar las visiones superpuestas con suficiente seguridad. Es asunto de ser rigurosos y comparar en todo momento la información, buscando su coherencia dentro del tejido total de la cultura.

Al mismo tiempo, tenemos que tener en cuenta que una cultura no cae del cielo, se hace por choque y sincretismo de elementos diversos. En ese sentido, la Toltequidad no es “pura”, como tampoco lo es el cristianismo o el hinduismo. Todos tomaron de todos.

Las influencias orientales que tuvieron lugar en Mesoamérica antes de la llegada de los Europeos están formalmente consideradas como parte de la Toltequidad, así como nosotros consideramos auténticamente nuestros logros tales como la notación posicional, los jeroglíficos de los números, el uso del cero y el calendario astrológico de ruedas correlativas – todos estos logros olmecas importados por asiáticos a comienzos de la era cristiana.

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