miércoles, 2 de enero de 2013

NAGUALISMO 02

La doctrina del Tonal y el Nagual

El tópico esencial del saber de los naguales es la doctrina del Tonal y el Nagual, que nosotros podríamos vagamente relacionar con el lado positivo y el lado negativo de la energía.

El conocimiento racional, lineal y cotidiano, es llamado Tonal, luminoso, porque es visible. Se basa en la acumulación de datos; tiene una esencia y una estructura lógica; sus piezas armonizan, aunque en un solo plano. La palabra Tona significa tambièn sugestión hipnótica, ya que este tipo de conocimiento nos fascina, produciendo iluminaciones que pueden durar toda la vida.

 En la visión del Tonal, la única realidad posible son las leyes de acción y reacción. No hay cabida para lo inexplicable. Los “milagros” no existen, o bien son asunto de Dios y de su mensajero. Nuestra sólida Tierra es la realidad, y el estar despiertos es un hecho evidente.

 Este tipo de conocimiento se apoya en la experiencia cultural del hombre. Por lo tanto, cambia de época en época, de país en país, de persona a persona, e incluso cambia en uno mismo, con la acumulación de experiencias que nos trae la edad, nuestras ideas sobre la realidad que se van desarrollando.

Por el contrario, el conocimiento Nagual podríamos considerarlo como “dimensional” o esotérico, porque no es cotidiano. Es un saber capaz de incorporar en su seno propuestas contradictorias; se apoya sobre lo indefinible; sabe que conceptos como “causa y efecto”, “dualidad”, “unidad”, “uno mismo”, “inmortalidad”, “verdad” y “mentira”, “dios” y “diablo”, “condenación” y “salvación”, etcétera, son sólo eso: conceptos.

Los antiguos mexicanos llamaban el Nagual, porque, entre otras cosas, esa palabra significa oscuro, difícil de entender. No está diseñado para seres racionales, y mucho menos, para personas domesticadas por la civilización.

Aunque pueda resultarnos paradójico, el conocimiento Tonal está representado por Ketsalkoatl, la Serpiente Emplumada, mientras que el Nagual es patrocinado por Teskatlipoka, Humo en el Espejo, el Ser Auto-existente, en el cual todo tiene principio y del cual no cabe definición (por eso es negro).

El manejo de la energía


Una característica extraña del conocimiento de los chamanes es que no podemos estudiarlo académicamente; es decir, como un objeto imparcial de estudio, porque ese conocimiento está referido al manejo de nuestras energías internas. Por lo tanto, si verdaderamente llegamos a descifrar las metáforas y oscuridades del lenguaje de los naguales, es inevitable que poco a poco la información que obtenemos comience a ejercer una influencia sobre nuestro carácter, hábitos, valor personal, moralidad e inteligencia.

Las técnicas chamánicas están concentradas en el manejo de nuestros centros y corrientes de energía. El objeto inmediato es conseguir un funcionamiento lo más eficiente posible de nuestras potencialidades, a fin de que quede cierta cantidad de energía libre que podemos ahorrar y acumular.

El objeto ulterior es aplicar esa energía excedente a propósitos que no son habituales en nuestra cultura, pero que resultan vitales para el chamán, como entrenar a nuestro doble de ensueños, interferir con la conciencia de las plantas y otros reinos de vida, y aprender a viajar por el Universo sobre el vehículo de la conciencia.

Si la energía ahorrada se acumula hasta formar una “masa crítica”, algo en nuestro interior “cristaliza” y puede eventualmente cobrar vida y conciencia propias como si se tratara de un doble nuestro, un nagual. Desde el punto de vista de los chamanes, un doble energético es más eficiente, como soporte de nuestra individualidad, que un limitado cuerpo físico.

Nawalli o Nagual es, pues, una entidad natural, pero artificialmente desarrollada, moradora de los espacios de nuestro sueño y nuestra subconciencia en general (y por eso apodada Tepeyollotl, corazón del monte), capaz en un momento dado (el sueño o la muerte) de asumir la identidad del individuo. Este es el concepto prehispánico equivalente a la creencia cristiana en la resurrección del alma, o a la creencia hindú en la reencarnación.

Naturalmente, los cronistas españoles que oyeron hablar de estas cosas, consideraron al nagual como un demonio. Aunque tal interpretación es exagerada e inexacta, es cierto que una operación transmutativa tan fuerte como aquella que permite a la persona trascender los límites de la vida y la muerte, constituye un acto supremo de rebeldía, y sólo se puede acometer con ánimo heroico y una implacable decisión de triunfar.

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