VER
"Ver es para hombres impecables. Templa tu
espíritu, llega a ser guerrero, aprende a ver,
y entonces sabrás que no hay fin a los mundos nuevos para nuestra visión"
(RA 178)
Se puede ir más allá del poder: se puede
llegar a ver, que es diferente de mirar. "Cuando tú miras las cosas
no las ves. Solo las miras, yo creo que para cerciorarte de que algo está allí.
Como no te preocupa ver, las cosas son bastante lo mismo cada vez que las
miras. En cambio, cuando aprendes a ver, una cosa no es nunca la misma cada vez
que la ves, y sin embargo es la misma... Tus ojos sólo han aprendido a
mirar" (RA 45). Solo hay una manera de aprender a ver: viendo. Sin
embargo, copiar procedimientos sin conocimiento interno no lleva a ver (FI 20).
Ver es percibir algo más, no como unas cosa de la imaginación, sino como algo
real y concreto (CS 11/16).
Ver está más allá de las palabras; es un
nuevo acto de percibir, que viene luego de haber parado el mundo a través del
no-hacer, traspasando toda descripción (VI 269).
El acto de ver ocurre solo cuando uno se cuela
entre los mundos: el mundo de la gente corriente y el "mundo de los
brujos". El que no alcanza a ver se queda atrapado en el mundo de la gente
corriente o en el de los brujos (VI 348) pero para aprender a ver hay que
aprender a mirar el mundo como los brujos y luego quedarse entremedio de esos
dos mundos (VI 350).
Así, ser vidente es adquirir una capacidad
de ampliar el campo de percepción mediante el movimiento del punto de encaje
hasta hacerse capaz de aquilatar no sólo las apariencias externas sino que la
esencia de todo. Ver es un sentido peculiar de saber, de saber sin la menor
duda. Sin embargo, la obsesión por ver socava la fuerza necesaria para ser
hombre de conocimiento: se penetra en los mundos que se ven y no se regresa
jamás. Para ser hombre de conocimiento hay que dominar y sobrepasar el ver (FI
19-20).
Mediante el acto controlado de ver se puede
penetrar en lo desconocido y captar que lo conocido y lo desconocido tienen una
misma base: ambos quedan al alcance de la percepción humana. Los videntes
pueden transformar lo desconocido en conocido (FI 50) si saben callar: "Te
confundes sólo cuando hablas" (RA 195).
Por eso la clave para ver está en oponer
nuevas descripciones a las que definen las continuidades de nuestra realidad
ordinaria: parar el mundo mediante el no-hacer de nuestras descripciones
habituales, a través de otras descripciones que definen otras continuidades y
realidades. Y, en definitiva, colarse por entremedio de esas descripciones.
Esto, como un proceso continuo: si nos quedamos en un mundo, en una continuidad
de descripciones, dejamos de ver. Y cuando hemos logrado ver no hemos de
aferrarnos a lo visto porque en ese mismo acto se generan nuevas continuidades
de descripciones que amarran nuestra percepción. Ver nos pone en el borde del
conocimiento pero hemos de ir más allá de ver si queremos conocer. El
conocimiento es siempre una percepción silenciosa, que se encuentra más allá de
cualquier lenguaje y de cualquier ver que a su vez genera nuevos lenguajes.En ese continuo proceso de ver y conocer,
el guerrero espera su voluntad.
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