UN CAMINO CON CORAZÓN
"Siempre hay que
escoger el camino con corazón para estar lo mejor posible" (RA 98)
En su vida cotidiana, un guerrero elige un
camino con corazón. Esa consistente preferencia por un camino
con corazón es lo que diferencia a un guerrero de un hombre común. Un guerrero
sabe que un camino tiene corazón cuando experimenta una gran paz al atravesar
su largo. Las cosas que un guerrero elige para hacer sus resguardos son los
elementos de un camino con corazón. Pero para ello el guerrero ha de parar su
diálogo interno.
Un guerrero se da cuenta de que el mundo
cambiará tan pronto como deje de hablarse a sí mismo. "El mundo es
así-y-así o así-y-asá porque nos decimos a nosotros mismos que esa es su forma.
Si dejamos de decirnos que el mundo es así-y-asá, el mundo deja de ser
así-y-asá" (RA 252). Es ésta una sacudida monumental para la cual debe
estar preparado comenzando despacio a deshacer el mundo. Ese es el "camino
del conocimiento", camino personal, elegido "porque tiene
corazón", que el guerrero recorre en todo su largo. Todos los caminos son
iguales: no llevan a ninguna parte; pero unos caminos tienen corazón y otros
no: allí está la diferencia.
En su camino hacia el conocimiento, el
guerrero se topa con cuatro enemigos (EJ 108-112). Cuando comienza a caminar
mediante la detención de su diálogo interno, en guerrero va progresando y maravillándose
de lo que va empezando a ver. Sin embargo, ese mundo por el que se encuentra
transitando se va haciendo un tanto difícil y extraño. Y llega el momento en
que se transforma en pavoroso, y la reacción normal es salir arrancando. El
guerrero se habrá topado con el primer enemigo del hombre de conocimiento: el
miedo. Carlos nos dice que sucumbió una vez ante él, y que se demoró dos años
en volver a tomar contacto con Don Juan. Si uno se retira ante el miedo, será
para el resto de sus días una persona vencida. Jamás el conocimiento será suyo.
Pero si uno se plantea a su propio miedo, si el guerrero se mantiene firme en
su lugar, derrota a su miedo, y éste no dejará en paz.
Al derrotar a su miedo, quien recorre el
camino del conocimiento habrá adquirido claridad. Sabe que sabe; o más bien,
cree que sabe: y esta claridad se transformará en su segundo enemigo. Es la
trampa del maestro: sabe y enseña. La claridad saca al guerrero de su camino;
ya no podrá ser nunca un "hombre de conocimiento" sino que un
"brujo de mala muerte", dice Don Juan. Ante el enemigo de la
claridad, el guerrero debe también quedarse firme en su lugar: no dejarse
envolver por ella. Si vence su claridad, ésta lo dejará tranquilo, y podrá el
guerrero continuar su camino con corazón.
Al vencer a su claridad poco a poco irá
sintiendo en sí una extraña fuerza. Don Juan la llama "el poder" y
dice que es el tercer enemigo del hombre de conocimiento. Ya no hay temor; ya
ha sido derrotada la claridad. Y se sabe que se es poseedor de fuerzas que
otros no tienen; si estas fuerzas lo vencen a uno, comienza a ejercitarlas en
los demás, manejándolos. Quien así lo haga, habrá sucumbido al poder, el tercer
enemigo. Tendrá influencia sobre otros, pero no llegará jamás al conocimiento.
Ante el poder también debemos quedarnos firmes en nuestro sitio, sin ser
llevados a ejercerlo. Así podemos derrotarlo, y el conocimiento se irá abriendo
ante nosotros.
Talvez habrán pasado muchos años en este
camino. Ya no habrá temor; la claridad y el poder habrán quedado atrás. Pero
queda un cuarto enemigo: el deseo de sentarse a descansar; decir "ya
llegué". Don Juan llama "vejez" a este cuarto enemigo, y dice
que nunca es vencido totalmente. Que siempre está con nosotros y que hemos de
mantenernos alertas ante sus manifestaciones. Sentarnos a descansar, decir que
ya llegamos, es un enemigo siempre presente en el camino del conocimiento. Un
último enemigo ante el cual podemos sucumbir en cualquier momento. No hay
descanso en el camino con corazón: el conocimiento es de quien se mantiene
caminando.
Como resultado de este
mantenernos en la ruta, talvez algún día veamos... aunque solo sea en los
breves momentos en que vayamos derrotando a nuestra vejez.
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