EL GUERRERO
"Vivir como guerrero es
el modo más efectivo de vivir" (RA 56)
Para
Don Juan el conocimiento es mucho más que un acto racional: es un acto humano
cabal, que requiere una lucha constante por superar los marcos limitados de las
verbalizaciones de la razón y llegar a percibir la totalidad de un mundo extraño y maravilloso a la vez. Por eso
enseña que el "hombre de conocimiento" está "en guerra", es
un "guerrero". Las características de esta actitud las propone del
siguiente modo:
1. Tener respeto. Un hombre de conocimiento enfrenta su mundo con
miramiento deferente. No lo manipula antojadizamente sino que se planta en
medio de él con un sentimiento de pertenencia agradecida. Se trata de un
sentimiento temperante que hace posible que el conocimiento sea una alternativa
posible.
2. Tener miedo. Un hombre de conocimiento enfrenta su mundo con
temor, y evalúa cuidadosamente ese temor en el curso de sus propias acciones.
El conocer sin respeto y sin temor es algo que se desboca. Al conquistar su
propio miedo el hombre de conocimiento adquiere la sobriedad y el talante
necesario para llegar hasta todo su conocer.
3. Estar despierto. Tener conciencia de lo que se busca,
"conciencia de intención", dice don Juan; y también tener
"conciencia del flujo" que el conocimiento trae consigo, tener la
certeza de que se es capaz de percibir en todo momento las más pequeñas
variaciones de los procesos del conocer.
4. Confiar en sí mismo: el camino elegido es el único camino posible
para las acciones que se necesita poner. A partir de esta actitud puede uno
reclamar el conocimiento para sí mismo, como una fuerza, un poder. Respeto y
temor sin estar despierto y sin confiar en sí resultan empequeñecedores. Estar
despierto y confiar en sí sin respeto y temor resultan vanos y pretenciosos.
Uno aprende a
actuar como guerrero actuando, no hablando: el conocimiento es acción. Pero el
guerrero espera. Espera su voluntad: algo que sucede misteriosamente y que solo
puede ser esperado. La voluntad, en las enseñanzas de Don Juan, es mucho más
que un desear o un querer: es una fuerza inexplicable que de pronto está:
"algo que un hombre usa, por ejemplo, para ganar una batalla que, según
todos los cálculos, debería perder" (RA 168). Sin embargo, el espíritu de
un guerrero no está engranado para ganar o para perder: solo para la lucha, y
cada lucha es su última batalla sobre la tierra. Por consiguiente, al guerrero
le importa muy poco el resultado, y deja fluir su espíritu libre y claro. Y
mientras libra su batalla, sabiendo que su voluntad es impecable, el guerrero
ríe y ríe. Cada acto del guerrero es su última batalla sobre la tierra (RA
248).
En esta
lucha, el guerrero sólo tiene su voluntad y su paciencia y con ellas construye
todo lo que quiere. Lo primero que ha de adquirirse es la paciencia: con ella
se está en el camino de la voluntad (RA 175-176). Pero hay que cuidarse: la
voluntad se nos escapa por un boquete que hemos de cerrar; se nos puede ir la
vida. No debemos entregarnos, sino que cuidar el "ánimo del
guerrero": estás en lo que estás porque has decidido estar allí, no porque
otros te hayan puesto en ese lugar o porque deseen hacerte algo. No dependes de
"esa estupidez que llamas 'mi vida'" (VI 91). Don Juan critica a
Carlos diciéndole "eres como una hoja al viento: desde que naciste te
están haciendo algo" (VI 159). Al contrario, te puedes espolear más allá
de tus límites si estás con el ánimo correcto; un guerrero crea su propio ánimo
(VI 171). "Si sigues así de feliz vas a agotar el poco poder personal que
te queda. Un guerrero jamás baja la guardia. Te estás entregando a ser
tolerante y bueno. Morir de contento es muerte de imbécil" (RP 103).
En esas
condiciones, el guerrero vive estratégicamente y "tapa sus puntos de
desagüe" (VI 247). Un guerrero impecable nunca planea nada por adelantado,
pero sus actos son decisivos. Da lo mejor de sí y después, sin remordimientos
ni lamentos, se queda tranquilo y deja que el espíritu decida el resultado (DA
289/CS 313). Control y abandono definen el "ánimo del guerrero"; y en
estas cosas no puedes hacer nada por otro: los actos de darse cuenta son
personales (FI 28). Es el "camino del guerrero".
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