lunes, 28 de enero de 2013

TOLTEQUIDAD - TOLTECAYOTL 05


(Nagual Frank Díaz)

Los reinos neo-chamánicos de América merecen un estudio especial, porque lograron realizar el ideal expansivo de una sociedad en creciente organización, manteniendo al mismo tiempo un profundo respeto por la tierra, una vocación de tolerancia, un sentimiento de misión espiritual y una conciencia de su responsabilidad ante el devenir. Esa síntesis de espiritualidad y civilización fue llamada por los nawas Toltekayotl, toltequidad.

La palabra “tolteca” deriva de la raíz ario-nawa[1] Tol, marchar en común. Con el tiempo, llegó a ser un título de pertenencia cultural que emplearon para designarse a sí mismos todos los pueblos cultos de Mesoamerica[2]. El primer diccionario de la lengua nawatl, redactado em el siglo XVI por el padre Molina, traduce el término Toltekayotl como “arte para vivir”.

Se puede definir que la Toltequidad es el legado característico de México al mundo.
Si (las culturas del Viejo Mundo) tuvieron el Tao, el hinduismo y el budismo, nosotros tenemos la Toltecayotl, el pensamiento filosófico del México antiguo. Si otras civilizaciones tuvieron a Zoroastro, Hermes, Buda, y basaron su alimentación en el trigo, el arroz o la papa, nosotros tenemos a Quetzalcoatl y el maíz...
Más que una cultura o etnia, “tolteca” fue un grado de conocimiento de los hombres sabios del México antiguo, y Teotihuacan fue el centro generador e irradiador de la Toltecayotl en todo el Anahuac. (Guillermo Marín, Historia verdadera del México profundo)

Como otras grandes tradiciones sagradas de la tierra, la Toltequidad se apoyaba en un grupo de conocimientos capaces de dar vuelo al espíritu y de expresar las insondables profundidades del pensamiento. Contrario a lo que muchas personas piensan, los antiguos mexicanos no eran

...primitivos adoradores de la lluvia, sino que tenían un conocimiento metafísico de lo existente. Hablaban lenguas copiosas con las que podían expresar conceptos de máxima abstracción, suficientes para contener la finura y la solidez del lenguaje de la ciencia, la filosofía y las manifestaciones poéticas. (Tenían) un concepto del mundo que explica sus cualidades de grandes matemáticos, astrónomos, ingenieros, arquitectos y escultores. (Bonifaz Nuño)

El enfoque tolteca se componía de fórmulas políticas, económicas y religiosas que permitieron el sano desarrollo dela sociedad. Se basaba en cuatro principios muy semejantes a los que rigen en otras grandes religiones de la tierra, que eran:
Primero: un arquetipo mesiánico llamado Ketsalkoatl, serpiente emplumada.
Segundo: una regla individual y social, contenida en el Teomoshtli, libro sagrado.
Tercero: un compromiso cultural y espiritual, la  Toltekayotl, arte para vivir.
Cuarto: una iniciación cuyo depositario recibía el nombre de Masewalli, merecido por el auto-sacrificio.

El saber tolteca encarnó en Ketsalkoatl, la serpiente emplumada. ¿Por qué ese nombre? Porque el camino de retorno a nuestra esencia divina involucra los dos aspectos constitutivos de nuestro ser: el reptilino, compuesto de cuerpo físico, apegos y creencias, y el emplumado o energético, que sólo se alimenta de ensueños. ¡Imposible concebir una imagen más sintética del sendero interior!
Para los toltecas, todos los hombres y mujeres somos Ketsalkoatl: una conjunción tremenda de posibilidades. La Toltequidad es el modo de conducir ese potencial hacia el logro de un propósito supremo.

Por otra parte, la conexión mítica e histórica entre Ketsalkoatl y ese gran civilizador de los pueblos andinos que fue Viracocha, simiente del océano, demuestra que, más allá de las fronteras, la herencia tolteca fue patrimonio de todos los pueblos indígenas de América.
Pero Ketsalkoatl no fue sólo un ideal; fue también una persona de carne y hueso que encarnó el espíritu de los mitos, haciéndose modelo de la conducta humana. Sus sucesivos advenimientos en diversas etapas de la historia provocaron el auge de grandes culturas, desde los olmecas y los hombres de Chavín, en el tercer milenio antes de Cristo, hasta los incas y los aztecas, ya casi en los comienzos de la Edad Moderna. Ese retorno generó expectativas que influyeron en el desarrollo de la historia nativa, y sobre todo, en el equívoco episodio de la invasión europea.

La conjunción de lo espiritual y lo humano en un individuo, que se transforma así en mediador entre los hombres y la divinidad, recibe el nombre de “mesianismo”. Uno de los múltiples títulos que se le aplican a este mediador es Avatar, de la raíz sánscrita Ava, ciclo. Cuando las creencias mesiánicas incluyen la promesa del retorno del avatar, ya sea en forma cíclica o absoluta, el mesianismo recibe el nombre de “milenarismo”.

Las creencias mesiánicas de los antiguos mexicanos no se han estudiado como merecen. Los primeros misioneros cristianos procuraron acentuarlas, al llamar la atención sobre el extraordinario parecido entre las vidas de Jesús y Ketsalkoatl. Ellos creían que así podían acelerar la conversión de los nativos.
Con el tiempo, surgieron leyendas, tales como que Ketsalkoatl era un hombre blanco de rubios cabellos, vestido a la usanza europea, que auguró la llegada de un pueblo conquistador. Cuando analizamos esos mitos con arreglo a las fuentes documentales, encontramos que son de origen moderno, no tienen fundamento histórico.

Los investigadores actuales generalmente desconocen las raíces universales del mesianismo, interpretándolo como un fenómeno exclusivo de las religiones judeo-cristiano-musulmanas. Por ello, tienden a negar la existencia de este fenómeno religioso en Mesoamérica, restando valor a los paralelismos evidentes entre los mitos de Jesús y Ketsalkoatl.

El mesianismo y el milenarismo son fenómenos globales y deben ser analizados de ese modo. La Humanidad como conjunto es el mejor marco para ubicar el mito de la Serpiente Emplumada, pues este no se formó en un sitio aislado del mundo, sino que fue una creación colectiva que se manifestó en cada cultura con características propias.


[1] La expresión “ario-nawa” es abreviatura de “indo-iranio-europeo e indo-americano”. Se refiere a dos grupos de lenguas lejanamente emparentadas que se hablan en gran parte de Eurasia y la América indígena.
[2] Mesoamérica es la zona de América donde se desarrollaron las culturas de influencia tolteca, caracterizadas por su forma de contar y su tipo especial de calendario. Sus límites geográficos son: Nicaragua al sur y el Trópico de Cáncer al norte. El nombre nativo de Mesoamérica es Anawak, lugar rodeado de agua.

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