El lugar de la bestia, de las formas de nuestros hermanos animales. Ya hemos visto que el nagual sabe descifrar el "intento" de todas las cosas.
Cuando mueve y fija el PE hacia "abajo", accesa a los intentos de la percepción animal, tanto orgánicos como inorgánicos o de horrendos seres de infinidades de mundos perceptuales del Multiverso.
Es el movimiento del PE más recurrente y utilizado en el México actual, y en general, de casi todas las culturas que han llegado a las mismas prácticas naguálicas con idénticas conclusiones.
En el campo mexicano (¡y en las ciudades también!) el nagual "rural" se envicia con la transmutación en formas animalescas debido que -ciertamente- es muy atractivo sentir y tener el poder y potencia de un animal, sea éste el que sea. Por supuesto, desde hace milenios se establecieron jerarquías naturales de acuerdo al poder personal del nagual. Ejemplo: en infinidad de comunidades el nagual que posee (y usa) el "intento" del jaguar siempre será más poderoso que aquel que alcanza a transformarse en tlacuache, perro, cerdo o caballo, por mencionar algunos.
En nuestro México ancestral y mágico, es muy frecuente también que el nagual posea varias transmutaciones, es decir, varias formas animales en las cuales se convierte.
En la zona maya -antiquísimos naguales del linaje de los Antiguos Videntes- hay referencias desde la Colonia y mucho antes, de naguales que incluso adoptan formas no-animales: rayo, bola de fuego, remolino de viento, agua y ¡hasta sangre!.
El nagual que osa internarse en las profundidades de "abajo" tiene que tener una enorme sobriedad, desapego, impiedad y ética para no dejarse llevar por los impulsos salvajes del animal en el cual se convierte. Cosa que no es frecuente. De ahí que "el nagual" sea respetado y odiado en el sentir general del campo mexicano.
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