miércoles, 2 de enero de 2013

EL DESCENSO DEL ESPÍRITU SOBRE UN NAGUAL

Imparable, como un jaguar hambriento, el Nagual me ha caído encima. Es una fuerza y poder impresionantes. Se siente hasta la médula de los huesos... cuando caes en la cuenta. Mientras tanto, sólo un leve escalofrío por la médula espinal, seguido de un calorcito y un erizamiento de los cabellos de la nuca y de los antebrazos.

Me ocurrió. Estoy tratando de explicarlo pero los que saben estarán de acuerdo conmigo que en el reino del Nagual las palabras son tan poco precisas, tan difíciles de expresar pues lo Infinito es antiirreductible al imperio de la razón y la sintaxis. 

Mentalmente trato de plantearme el asunto y sólo produzco balbuceos seudofilosóficos. Lo increíble -si es que es posible que haya más cosas increíbles- es que descubrí que es la tercera vez que el Nagual me asalta, me arrebata, me envuelve en una poderosísima intención que, como dije al principio, es un tecuani presto a devorarme. 

Ek´Way Nal (*) se ha vuelto prioritario. La estadía allí es cada vez más clara, firme y temporalmente medible y verificable. Pero no he resuelto todavía qué es o cuánto mide "un día allí", pero simplemente capté o aprehendí algo llamado "día" y lo medí:  1 día allí, es 1 ó 1 y medio segundos aquí...  Lo comprobé ensoñando en conciencia acrecentada o "despierto", como vulgarmente se conoce. 




(*) Palabra maya que significa "El Oscuro Lugar de la Transformación". En lo personal, significa la 2da. Atención o Ensueño.

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