No hay cambio sin dolor. A medida que la sociedad se acerca a un salto de orden, se acumulan en ella sentimientos de frustración que buscan su involución. La oposición entre las tendencias evolutivas e involutivas origina un punto de ruptura que se resuelve mediante una revolución. El objeto de la revolución es devolver la evolución a su cauce original, creando condiciones favorables para el desarrollo de la conciencia. Su detonador es un individuo que, por circunstancias energéticas e históricas, encarna las necesidades y esperanzas de los demás. La historia humana se estructura en torno a tales individuos, que son llamados mensajeros de la Serpiente Emplumada.
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